Leo en Expansión unas declaraciones de Juan Rosell en las que dice que la economía va tan bien que «en cuatro años la oferta de empleo no encontrará trabajadores» suficientes como para satisfacer la demanda. Es decir, que estaremos tan cerca del pleno empleo, que las empresas se las verán y se las desearán para encontrar gente que quiera trabajar en ellas.

Y eso es una muy buena noticia para los trabajadores pues les da una posición de fuerza envidiable tanto a la hora de negociar condiciones como cuando se trate de no tolerar abusos. Siempre he defendido que la mejor política de defensa de los trabajadores es una economía en –o cercana al– pleno empleo.

La salida de la crisis

Y mientras leía la noticia recordaba que hace casi cuatro años que comencé a escribir Noticias y Mercados. Siete meses de subida en la producción de cochesLos beneficios empresariales por encima del 18%Las tres primeras noticias que incluí, tenían los siguientes titulares: «La producción de coches en España encadena 7 meses de subidas«, «Los beneficios de las El paro por debajo del 27%empresas crecen un 18% hasta septiembre» y «El paro finalizará el año por debajo de la línea crítica del 27%, según las previsiones«.

Recuerdo también que en aquella época, los lectores de NyM –muchísimos menos que en la actualidad, todo sea dicho– me ‘reprochaban’ entre bromas mi optimismo. Y no era para menos, la palabra crisis estaba escrita a fuego en la epidermis de cada uno de nosotros y parecía que nunca íbamos a ver la luz al final del túnel. Y sin embargo aquellos indicios, aunque débiles en aquel momento, se han demostrado ciertos.

De todo esto podemos concluir que se ha de estar atento a los indicios –en forma de, por ejemplo, ventas de coches– para detectar cambios en la tendencia del mercado. Pero no solo eso. Hay otro aspecto que me gustaría que tuvierais en cuenta. Se trata del desfase existente entre la evolución de los beneficios empresariales y el mercado de trabajo.

Desfase entre los beneficios y el mercado de trabajo

Efectivamente, cuando los beneficios empresariales bajan, los primeros que lo sufren son los empresarios, que son los que pasan a ganar menos dinero o incluso a perderlo. Pero si esta reducción se alarga en el tiempo, lo acabaran sufriendo también los empleados en forma de pérdida de beneficios sociales, o directamente de pérdida de puestos de trabajo. El caso extremo se da cuando la empresa tiene tantas pérdidas que acaba cerrando y son todos los empleados de la misma los que pierden su trabajo. Pero hasta llegar a este extremo se pasan por múltiples fases.

Análogamente, cuando los beneficios empresariales suben, los primeros que lo disfrutan son los empresarios, que son los que pasan a ganar más dinero. Pero si este aumento se alarga en el tiempo, lo acaban disfrutando también los trabajadores vía mejora de salarios, pluses y beneficios sociales o por creación de nuevos puestos de trabajo.

Una explicación inicial es que los empresarios son más reacios a aprobar mejoras en ausencia de beneficios y en cambio se plantean evitar las operaciones menos rentables con el objetivo de volver a los beneficios, lo que conlleva una presión sobre los trabajadores para reduzcan sus pretensiones en unos casos y despidos en otros. Cuando las cosas van bien, pues la tendencia es la contraria.

El tamaño del desfase

El desfase entre la situación de beneficios empresariales y su efecto sobre el mercado de trabajo será mayor cuando más rígida sea la legislación laboral. De esta manera, una legislación como la nuestra con una elevada protección del trabajador hace que el ajuste de las pérdidas de beneficio sobre los puestos de trabajo tarde más en llegar que en economías más flexibles como por ejemplo la americana.

Pero esto que debería alegrarnos a todos –el mantenimiento de puestos de trabajo a pesar de entrar en situaciones de crisis– tiene sus contrapartidas. Y cuando la economía remonta el vuelo, pasa justo al contrario, que la expansión de beneficios tarda mucho más en llegar al mercado de trabajo. Y por eso vemos como las salidas de las crisis son mucho más rápidas en países con una legislación más flexible.

Pero lo verdaderamente importante aquí es si el grado de flexibilidad tiene un efecto más allá del puro desfase temporal. Si influye en la tasa de paro estructural de una economía en concreto. Yo tengo mi opinión, que coincide con la de muchos economistas y es contraria a la de muchos otros. Pero si quieres opinar sobre el tema, hazlo en los comentarios del post. Estaré encantado de leerlo.

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