Importante noticia aparecida en ‘El País’ que nos habla del coste que tendrá para cada uno de nosotros el pago de la deuda del estado.

Repito. Puede haber quien piense que se trata de un simple cálculo estadístico y que el dato sirve para darnos cuenta del tamaño de la deuda y poco más. Pues no. Lo que en realidad quiere decir es que esa deuda la tendremos que pagar nosotros. O nuestros hijos a este paso.

Así que la próxima vez que pienses que debes poco dinero se consciente que, por lo pronto y sin mirar siquiera la hipoteca, ya debes un año de sueldo.

¿Y como se hace este cálculo? Pues es sencillo. Se divide el PIB por la deuda utilizando para ello datos de la contabilidad nacional. Pero, ¿Qué es exactamente el PIB y por qué se se usa en aquí?

El PIB es el producto interior bruto y es la suma de productos fabricados –y servicios prestados– en un país durante un año.

Si imaginamos un país donde los productos se venden nada más ser producidos, se cobran al contado y no existe sector público (para simplificar), entonces el PIB acaba siendo equivalente a los ingresos de la gente de ese país pues lo que las empresas cobran irá a salarios o a beneficios.

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Deuda sobre el PIB e importe por ciudadano

Vale, también tienen que pagar a sus proveedores. Pero entonces lo que cobran estos irá a pagar a sus empleados y a beneficios. Y si vamos hasta el inicio de la cadena productiva, pues al final todo lo que se ha producido en esa economía acabará irremediablemente en salarios o en beneficios de las empresas.

Cuando además hay sector público, lo que pasa es que el producto interior bruto se reparte entre salarios, beneficios e impuestos que acabarán formando a su vez, al final de la cadena, la renta de otras personas.

La cosa es algo más compleja, pero podemos concluir que lo que ganará – incluyendo salarios, beneficios y pensiones– la gente del país acaba siendo equivalente a lo que se ha producido.

Y si lo que debemos es aproximadamente un 100% del lo producido, pues debemos entre todos un año de salarios, pensiones y beneficios.

Pero eso no es lo que el sector publico ha gastado, es tan solo lo que no ha podido pagar con lo que recauda en impuestos y cotizaciones sociales –lo que ha financiado porque con la recaudación no le llegaba– más lo que dejó a deber el año pasado. Y en el gráfico vemos que la pelota se va haciendo grande año a año.

Porque es cierto que durante las crisis se reducen los ingresos al tiempo que suben los gastos sociales. Pero aún así, la pregunta que yo me hago –y que dejo en el aire– es si no se nos estará yendo un poco la mano con los servicios que esperamos que el Estado nos preste. Que puede parecer que son gratis, pero no. Al final habrá que pagarlos.

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