Cualquiera podría pensar que lo que persigue el BCE con esta medida es ahorrarse un dinero en la remuneración de los depósitos. Y nada más lejos de la realidad. El objetivo es otro.
Pero antes de abordar este objetivo tenemos que entender el papel clave que tiene el sistema financiero en el crecimiento económico de un país.
Para que una empresa pueda crecer necesita realizar inversiones. Si va a vender más, tendrá que instalar más máquinas, contratar más gente, tener almacenes mayores, etc.
Todas estas operaciones, necesitan de un desembolso inicial que solo más adelante se irá recuperando.
El papel principal de los bancos consiste en captar el dinero de los ahorradores y prestarlo a las empresas para que puedan realizar estas inversiones y así la economía crezca.
Lo anterior aún siendo una simplificación pues no tiene en cuenta el consumo de las familias, es bastante ajustado a la realidad.
Lo que estaba pasando en los últimos tiempos es que una buena parte del ahorro que captaban los bancos, quedaba depositado en el BCE o se invertía en deuda pública, con lo que no servía para potenciar el crecimiento económico.
Y no solo con el ahorro captado, sino que las inyecciones de liquidez que se hicieron en la banca, con el objetivo de potenciar el crecimiento fueron al mismo sitio.
Así que lo que persigue el BCE con esta medida no es tanto ahorrarse un dinero, como hacer que los depósitos en el propio BCE sean tan poco atractivos para el resto de bancos, que se vean obligados llevar esa liquidez hasta las empresas.
¿Y al final como nos afecta todo esto a nosotros? Pues por dos vías principales.
La primera es que con las empresas accediendo con mayor facilidad al crédito, se facilitará el crecimiento económico y el descenso del paro.
Pero la segunda –y esta no nos va a gustar tanto– es que si los bancos obtienen una remuneración negativa por sus depósitos, en un entorno en que el estado también paga una remuneración negativa por su financiación a corto plazo. ¿Alguien considera totalmente descabellado que en un futuro acabemos pagando por tener el dinero en el banco?
Pues quizás no llegue a pasar, pero lo cierto es que las condiciones para que eso sea así están ahí. Y lo estarán durante un tiempo.
Al final, el tipo de interés que nos tiene que importar de verdad es el interés real, tipo de interés menos inflación, que es lo que crece nuestro poder adquisitivo.
Sabiendo además que no tiene lógica que las herramientas de ahorro a corto plazo –cuentas corrientes y depósitos– superen la inflación. Y estando la inflación alrededor de cero cuando no negativa.
Pues blanco y en botella.