Artículo aparecido en el suplemento ‘Su Vivienda’ y que nos trae recuerdos de otras épocas.
Estaremos de acuerdo que uno de los factores de la crisis que hemos padecido era la existencia de hipotecas por encima del valor de la vivienda hipotecada. Y ello por dos razones principales.
La primera es que la hipoteca no es un préstamo a la vivienda. Esto es que con la entrega de la misma no se cancela el préstamo. Sino que es obliga a quien lo obtiene por el importe total pendiente de amortizar. Lo que quiere decir que si pasados unos años no podemos pagar, la vivienda no cubre el valor del préstamo, sino que actúa como garantía adicional.
En caso de impago, la vivienda se subasta y el importe que se obtiene sirve para liquidar parte del importe del préstamo.
Si el valor de la subasta es inferior al valor pendiente de la deuda, pues perderemos la vivienda y seguiremos debiendo al banco la parte restante. No suena demasiado bien. ¿Verdad?
La segunda es que el valor de la vivienda sirve de garantía para el banco en caso de que el propietario no pueda hacer frente al pago de la hipoteca.
Lo normal en estos casos es que el banco requiera una garantía de valor superior al importe del préstamo, de manera que si ha de recurrir a la garantía porque el propietario no paga, no le afecten las variaciones de precio de la vivienda.
O dicho de otra forma, que si el propietario no puede pagar, para el banco sea suficiente con el valor del piso para cubrir el resto del préstamo.
Dicho de otra forma, que el importe del préstamo sea inferior al valor de la vivienda es algo que interesa tanto al propietario, como a la entidad financiera. Y si esto es así, ¿Por qué se conceden hipotecas que se saltan a la torera esta regla de sentido común?
Pues el artículo nos habla de razones vinculadas a la guerra de hipotecas. Estaréis conmigo que la palabra guerra no hace presagiar nada bueno.
A mi, personalmente, me recuerda a las guerras de precios, que son aquellas guerras a las que se someten dos o más compañías con el objetivo de salir todas ellas perdiendo. Y alguna de ellas hasta quedarse en el intento. No hace falta que analicemos cuantas entidades financieras había en España en 2007 y cuantas quedan en 2015. Y me pregunto si esto no será repetir errores del pasado.
Aunque al menos por el momento parece que se sigue manteniendo el requisito de ingresos mínimos para cubrir la cuota. Cosa que está muy bien pero ¿Cuánto tiempo aguardaremos antes de otorgar hipotecas cuya cuota rebase el tercio de los ingresos?
¿Esas cuotas se han calculado con el euribor en mínimos históricos o con tipos de interés más razonables? ¿Qué pasará cuando suba el tipo de interés, que lo hará? ¿Y si para entonces lo pisos no valen el importe por el que se han hipotecado?
Si solicitamos una hipoteca, preocupé-monos de nuestra cuota si sube el tipo de interés. Y si no la solicitamos, pensemos en lo que pasará con la entidad si los préstamos no se devuelven y las viviendas no cubren el valor.
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