Existe una tendencia a pensar que las condiciones en otros países de nuestro entorno son parecidas a las nuestras y normalmente no vamos más allá para descubrir si esa afirmación es correcta o no.
Los líderes políticos y sindicales se llenan la boca hablando de la precariedad laboral española y como vamos por detrás del resto de países europeos en todo lo relacionado con el empleo.
Muchas veces no le damos más importancia. Escuchamos. Nos lo creemos y punto.
Pero hete aquí que de pronto descubres que un país como Alemania no ha tenido un salario
mínimo hasta ahora. Yo lo confieso. No lo sabía. Daba por supuesto que si.
Y ahora lo tendrá aunque no será de implantación universal. Dejará fuera a los becarios, a los menores de 18 años sin titulación y a los parados de larga duración. Claro que si aquí excluyes a los parados de larga duración dejas fuera a mucha gente, por desgracia.
Pero además descubrimos que su implantación está siendo muy discutida por el coste que dicha medida puede tener en puestos de trabajo.
Pero mirándolo desde aquí me ha parecido una noticia magnífica.
Resulta que uno de nuestros mejores clientes acaba de incrementar sus costes internos de producción por arte de birlibirloque al tiempo que incrementa la capacidad de compra de sus consumidores. Así que no podemos estar más de enhorabuena.
De todas formas, el artículo se encarga de echarnos un jarro de agua fría a nuestra situación pues nos cuenta que el salario mínimo interprofesional alemán será el doble del español. Como si eso fuera un agravio comparativo.
Parece que tenemos que enfadarnos porque los alemanes cobrarán más que nosotros en lugar de alegrarnos porque ello nos hará más competitivos. Y yo me hago dos preguntas para dejarlas en el aire.
Si hemos estado más de cuarenta años con un salario mínimo que los alemanes no tenían. ¿Pasa algo por estar un tiempo con un salario mínimo inferior al de ellos? Aunque solo sea para compensar.
Y si el salario mínimo en Alemania es el doble que el nuestro ya no hay ninguna razón para que no podamos inundar Alemania de productos españoles pues nuestros costes de producción serán mucho más bajos. Si no lo hacemos, ¿No será que hay algo que empresarios, políticos y trabajadores estamos haciendo mal?
La diferencia está en la manera de abordar la cuestión laboral. No han necesitado ese salario mínimo, porque se pactaba en los convenios.
En Alemania, los sindicatos se sientan en el consejo de administración de las principales empresas y son conscientes que que si la empresa se hunde, se hunden los puestos de trabajo.
Por su lado las empresas, con un 6% de paro, saben que si no cuidan a sus trabajadores, no podrán producir y cerrarán.
Al final la mejor defensa de los trabajadores es una tasa de paro del 3%.