
Quo vadis bitcoin?
Los peligros de la burbuja de Bitcoins
Éste artículo publicado por Reuters y que propició este artículo, no es más que el último indicio que llega a mis manos en los últimos meses sobre la burbuja que se está produciendo con las criptomonedas, la más famosa de las cuales es Bitcoin.
Primeras noticias
Recuerdo que, justo antes de verano, ya estuve comentando el tema con varios clientes que me contaban como podrían haber ganado muchísimo dinero invirtiendo en Bitcoins. En lo llevábamos de año, la cotización del Bitcoin respecto del dólar americano había pasado de costar unos $1.000 cada Bitcoin a costar més de $2.500. Es decir, una inversión en bitcoins se había multiplicado por 2,5 en apenas 6 meses. Muy goloso.
Desde entonces el precio del bitcoin no ha hecho más que subir. Y si una revalorización del 250% en seis meses nos parecía excepcional, lo que ha pasado desde el verano hasta aquí ha sido tremendo. El Bitcoin ha acabado el año cerca de los 15.000$, con un pico que lo situaba –pocas semanas antes– en el entorno de los 19.000$. Multiplicar por 20 en poco menos de un año es una auténtica burrada.
¿Estamos ante una burbuja?
Pues yo creo que no cabe ninguna duda que estamos ante una burbuja. Y una de las gordas. Entre otras cosas porque no hay razones objetivas para que el precio de los bitcoins se esté disparando a estos niveles, más allá de la propia especulación. Tanta gente quiere tener Bitcoins para aprovechar la revalorización, que el precio se dispara.
Uno de los principales síntomas para decir que existe una burbuja es que la gente compra el activo solo por la revalorización que espera que tendrá. Es lo mismo que veíamos cuando la burbuja inmobiliaria. La gente compraba pisos sin importarle el precio a que estuvieran y si era un precio razonable, tan solo porque esperaban que éste (el precio) siguiera subiendo de manera eterna. Y ya sabemos lo que pasó cuando dejó de subir.
De la misma manera, cuando la burbuja tecnológica, los precios de las empresas .com se dispararon tan solo porque la gente esperaba que esos precios continuaban subiendo. Daba igual que los beneficios de las empresas .com no sostuvieran esos precios tan desorbitados en las acciones. Los inversores pensaban que era el futuro y seguirían creciendo de manera exponencial sin fin. Y sin motivo, en realidad. Os recomiendo este artículo en el que ya hablábamos de las razones por las que suben y bajan los precios de las acciones.
Pues bien, si las acciones de una empresa se disparan sin que haya verdaderos cambios en su gestión o en la capacidad de generar beneficios en el futuro, es que algo pasa. Y algo le pasó el pasado 21 de diciembre a la cotización de la empresa Long Island Iced Tea Corporation cuando cambió su nombre por el de Long Blockchain Corp y el precio de sus acciones se triplicó.
Cuando esto pasa, es que nos estamos volviendo locos. Y no es la primera vez que nos pasa. Se cuenta que en la burbuja de los tulipanes, alguien llegó a ofrecer su casa a cambio de un tulipán, como nos contaba Fernando Trias de Bes en su libro. Es más, en algún foro he escuchado ya hablar de Tulicoins, refiriéndose a los Bitcoins.
¿Y seguro que esta explosión en el precio del Bitcoin no tiene alguna explicación?
Cuando les dices que esta subida no tiene razón alguna, los defensores de los Bitcoins, se escudan en que la producción de bitcoins es cada vez más costosa y que, por tanto, es normal que cada vez sean más caros, pues son más difíciles de conseguir.
Y es cierto, pero olvidan algo y es que el bitcoin no es necesario. Quiero decir que si una moneda es muy difícil de conseguir, podríamos usar otras criptomonedas –o incluso otras monedas no virtuales– para efectuar nuestros pagos, por lo que no tiene sentido recurrir al bitcoin si su precio se dispara. A menos que pensemos que seguirá subiendo y que entonces no hay riesgo.
Distinto sería si esto pasara con monedas reales en lugar de criptomonedas. Al final la moneda es tan solo un instrumento de intercambio. Una herramienta que nos permite comprar cosas. No somos más ricos por tener más o menos cantidad de dinero, sino que somos más o menos ricos en función de las cosas que podemos comprar con ese dinero y en ese sentido, el dinero no tiene ningún valor en sí mismo, más allá de lo que podamos comprar con él.
Esto quiere decir que si en un momento dado la gente puede dejar de comprar una cierta moneda –porque se ha encarecido en demasía o ha perdido la confianza de la gente– y en ese caso –en el momento en que se perdiera la confianza–, la moneda podría perder todo su valor. O casi todo.
Bueno, al menos si hablamos de criptomonedas. Si hablamos del Euro, por ejemplo, la situación es distinta porque, por poca confianza o poco interés que tengamos en usar Euros, siempre –mientras no cambie la legislación– necesitaremos unos cuantos. Quizás no para las transacciones que hagamos con terceros, pero si para las que hagamos con el Estado (pago de impuestos, cobro de pensiones, etc). Pero los Bitcoins podríamos dejar de usarlos mañana mismo.
¿Y si sabemos que no los necesitamos, que están caros y que posiblemente haya una burbuja? ¿Por qué seguimos comprándolos?
Yo opino que por avaricia, que en el fondo es un sentimiento muy, pero que muy humano.
Recordemos lo que ha pasado en los últimos años con los tipos medios de los depósitos. Según datos del banco de España, la evolución de la remuneración media de los depósitos a un año de las entidades financieras ha bajado desde el casi un 3% de hace un lustro a poco más de un 0,10% del último año. Vamos, “na de na”. O cómo dicen en mi pueblo, “naica”.
Y claro, con esta perspectiva, pues alguna salida más o menos decente hay que buscarle a ‘los dineros’, para que al menos crezcan un poco. Pero lo de los Bitcoin se ha ido de las manos, llegando a niveles estratosféricos.
Hace poco más de un mes, tomando un café con unos papás del cole, el camarero nos estuvo contando lo bien que le iba con sus inversiones en Bitcoins y el dineral que había ganado. Yo intentaba avisarle de los peligros que estaba corriendo mientras me acordaba del limpiabotas de Rockefeller.
Cuentan que un día, mientras le lustraba los zapatos a Rockefeller el magnate del petróleo, el limpiabotas le reconoció y comenzó a exponerle las tremendas ganancias que había conseguido él, un simple limpiabotas, con sus inversiones en bolsa. Cuentan también que nada más volver a su oficina, Rockefeller dio orden de venta de todas sus participaciones. Su secretario, extrañado por tal decisión en un momento en que las acciones subían como la espuma le preguntó a que se debía esa salida precipitada. A lo que Rockefeller le respondió que cuando hasta tu limpiabotas está en bolsa, es el momento de salir.
No tengo ninguna prueba de la veracidad de esta historia que se cuenta en los corrillos, pero aunque no sea cierta, lo que sí es verdad es que Rockefeller fue de los pocos empresarios que se salvaron del crack que siguió a la gran burbuja de la bolsa en 1929. Lo que evitó su ruina.
La verdad sobre las burbujas
Porque no olvidemos las dos máximas de las burbujas.
- Cualquier burbuja dura siempre más tiempo del que los expertos vaticinan, lo que afianza la creencia en que nunca explotará.
- Todas las burbujas acaban explotando tarde o temprano, causando la ruina de aquellos que están mas expuestos a los activos de la burbuja.
Así que si tienes Bitcoins, asegurate que no pierdes ni lo que ya lleves ganado ni, sobre todo, lo que invertiste incialmente.
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