Oct 8, 2014 | 2014, Número 11, Todos Los Números
Cualquiera podría pensar que lo que persigue el BCE con esta medida es ahorrarse un dinero en la remuneración de los depósitos. Y nada más lejos de la realidad. El objetivo es otro.
Pero antes de abordar este objetivo tenemos que entender el papel clave que tiene el sistema financiero en el crecimiento económico de un país.
Para que una empresa pueda crecer necesita realizar inversiones. Si va a vender más, tendrá que instalar más máquinas, contratar más gente, tener almacenes mayores, etc.
Todas estas operaciones, necesitan de un desembolso inicial que solo más adelante se irá recuperando.
El papel principal de los bancos consiste en captar el dinero de los ahorradores y prestarlo a las empresas para que puedan realizar estas inversiones y así la economía crezca.
Lo anterior aún siendo una simplificación pues no tiene en cuenta el consumo de las familias, es bastante ajustado a la realidad.
Lo que estaba pasando en los últimos tiempos es que una buena parte del ahorro que captaban los bancos, quedaba depositado en el BCE o se invertía en deuda pública, con lo que no servía para potenciar el crecimiento económico.
Y no solo con el ahorro captado, sino que las inyecciones de liquidez que se hicieron en la banca, con el objetivo de potenciar el crecimiento fueron al mismo sitio.
Así que lo que persigue el BCE con esta medida no es tanto ahorrarse un dinero, como hacer que los depósitos en el propio BCE sean tan poco atractivos para el resto de bancos, que se vean obligados llevar esa liquidez hasta las empresas.
¿Y al final como nos afecta todo esto a nosotros? Pues por dos vías principales.
La primera es que con las empresas accediendo con mayor facilidad al crédito, se facilitará el crecimiento económico y el descenso del paro.
Pero la segunda –y esta no nos va a gustar tanto– es que si los bancos obtienen una remuneración negativa por sus depósitos, en un entorno en que el estado también paga una remuneración negativa por su financiación a corto plazo. ¿Alguien considera totalmente descabellado que en un futuro acabemos pagando por tener el dinero en el banco?
Pues quizás no llegue a pasar, pero lo cierto es que las condiciones para que eso sea así están ahí. Y lo estarán durante un tiempo.
Al final, el tipo de interés que nos tiene que importar de verdad es el interés real, tipo de interés menos inflación, que es lo que crece nuestro poder adquisitivo.
Sabiendo además que no tiene lógica que las herramientas de ahorro a corto plazo –cuentas corrientes y depósitos– superen la inflación. Y estando la inflación alrededor de cero cuando no negativa.
Pues blanco y en botella.
Oct 5, 2014 | 2014, Número 11, Todos Los Números
Yo entiendo que hablar de presupuestos no sea la cosa más emocionante del mundo, como pasa aqui. La simple evocación de la palabra, provoca en muchos de nosotros una terrible somnolencia.
Pero no por ser aburridos dejan de ser muy importantes para la vida de cada uno de nosotros por la influencia que los presupuestos del Estado tienen en la economía y para ayudarnos a entender como están las cosas.
Pensemos que más de un populista apela a la capacidad del gobierno para ampliar el presupuesto y de esta manera sacarnos de la crisis.
Piensan que es suficiente con incrementar el gasto público para que crezca el PIB. Y es cierto. A corto plazo. Pero ese corto plazo ya nos lo hemos comido.
Y nos lo hemos comido porque ese gastoque ellos harían solo lo podemos pagar con más ingresos (impuestos) o dejándolo a deber (deuda).
Por un lado no parece que haya mucho margen para aumentar los impuestos. Más que nada porque si una persona gana 1000 €, va a poder comprar cosas por valor de 628€. El tipo mínimo del IRPF es un 24’75%. Y a la que compre algo que valga 620 + IVA ya se habrá gastado los 750€ que le quedaban. ¡Y eso en el mejor de los casos, tributando a tipo mínimo en el IRPF! A eso hay que añadir IBIs, impuestos de circulación, cotizaciones a la Seguridad Social. Vamos, que mejor no aumentar mucho los impuestos.
Y por el lado de la deuda. Pues ya hemos comentado en números anteriores de Noticias y Mercados que a estas alturas debemos aproximadamente un año de PIB. Si repartimos la deuda, que en realidad es nuestra, tocamos a más de un año de sueldo. Y con el coste que eso supone.
Porque menos mal que ha bajado la prima de riesgo porque solo los intereses de la deuda nos cuestan más (un 50% más) que los sueldos de los funcionarios.
Así que si algún iluminado habla de ampliar el gasto, y dar mas servicios, pensemos primero en cómo lo vamos a pagar. Porque pagar se tendrán que pagar.
El último aspecto que nos afecta es el relativo a las pensiones que suponen ya más de un tercio del gasto del estado. Si, ha leído Ud. bien. De cada tres euros que se gasta el estado en sueldos, sanidad, educación, etc, uno va a parar a las pensiones.
Y eso que el incremento de este año va a ser de un 0,25% como ya habíamos vaticinado en estas mismas líneas hace meses. Pero si, si. Pagamos en pensiones seis veces más de los que nos cuestan los sueldos de los funcionarios. ¡Seis veces más!
Así que si alguien tiene la esperanza de que las pensiones van a subir al menos tanto como el IPC, pues que la vaya perdiendo.
Y es más. Si algún partido político le hace esta promesa en tiempo de elecciones tenga por seguro que miente descaradamente o bien en sus planes entra hundir el país en la más absoluta de las miserias.
Oct 5, 2014 | 2014, Número 11, Todos Los Números
La CNMV acaba de lanzar esta campaña bienintencionada que pretende mejorar la protección de los consumidores frente a los abusos del pasado.
Para ello obligará a las entidades a etiquetar los productos que ofrecen a sus clientes con un código de colores según el riesgo.
La correspondencia de cada uno de los colores la podéis ver aquí.
Además de
l código de colores habrá unos símbolos para alertar de la iliquidez y de la complejidad.
Y todo esto está muy bien siempre y cuando no confiemos tan solo en esta leyenda para tomar nuestras decisiones de ahorro/inversión. Eso sería como si nos medicásemos tan solo leyendo el prospecto.
Conozco una persona a la que que su banco –no diré cual– le enchufó preferentes como un producto exento de riesgo. Y en el folleto ponía que estaba exento de riesgo. Así que estos códigos de colores son útiles si la entidad hace caso a la CNMV.
Pero es que además resulta que los productos financieros son como las medicinas. En realidad no son buenos o malos. Son adecuados o no adecuados para una persona o una situación en concreto.
Pongamos el ejemplo de un agricultor que quiere asegurar el precio de su cosecha de trigo. Ha tenido malas experiencias y quiere asegurar que al menos obtendrá un precio suficiente para cubrir sus costes.
Este señor puede hacer una cobertura de precio comprando una put a un precio determinado. Pero según la escala de la CNMV, las puts son instrumentos de riesgo (en realidad para el que la vende) y están enclavados dentro del epígrafe de mayor riesgo.
Y es cierto que operar con derivados y con ciertos instrumentos financieros es peligroso. Como también lo es abrir el botiquín y tomarse los medicamentos que uno considere sin consultar con un profesional de la sanidad.
Pues lo mismo. Antes de contratar un producto financiero asesórese con un buen profesional. Y una vez asesorado, el códigos de colores le servirá como el prospecto de las medicinas, para tener una idea.
En mi opinión, además de este tipo de campañas, deberíamos ir a la responsabilidad personal de los asesores sobre la adecuación de sus ‘prescripciones’ a las características y necesidades del cliente. De la misma manera que los médicos son responsables de aplicar los tratamientos adecuados para un cliente concreto.
En la actualidad la responsabilidad acaba siendo de la entidad en la que el asesor trabaja, que es como si la responsabilidad de lo que nos recetan fuera del laboratorio farmacéutico y no del médico. ¿Verdad que no parecería muy saludable?
Oct 1, 2014 | 2014, Número 11, Todos Los Números
La noticia me pilló en Manzanares a principios de Septiembre. El paro había subido a finales de agosto, rompiendo una tendencia a la mejoría que parecía imparable y que habíamos venido celebrado ámpliamente desde estas páginas.
En el número de agosto, sin ir más lejos hablábamos de auténtica eclosión en el empleo. Así que, o yo me equivoqué en mi análisis o alguien quiere vender periódicos utilizando titulares alarmistas. Bueno, no solo alguien, sino también los demás porque también aparecía esta otra noticia. Y esta otra.
Y si miras los gráficos, pues también se ve como el incremento del paro ha
ido bajando agosto tras agosto hasta tocar un mínimo el año pasado para volver a repuntar éste. Pero si luego leías el subtítulo y profundizabas un poco más se te empezaba a pasar el susto, pues a continuación del titular se dice:
Es la subida del paro más moderada del siglo en dicho mes.
Así que ya se ve que la cosa quizás no sea tan grave y el titular lo que pretenda sea asustar sin más. Claro, que mucha gente se lee solo los titulares y al final la idea que te queda, dista mucho de la realidad.
Así que pensé en hacer mi propio estudio sobre la evolución del paro en los últimos años. Me fui al Instituto Nacional de Estadística y cogí los datos mensuales desde el año 1999.
El problema con que me encontré fue eso de lo que siempre oímos hablar y no sabemos bien bien que es, pero que da este gráfico.

Es la estacionalidad, que quiere decir que la evolución no es constante sino que tiene altibajos a lo largo del año. Cosa que complica bastante el análisis (a ver quien es el guapo que saca conclusiones del gráfico anterior).
Así que me puse a desestacionalizar los datos. Otra palabreja que no es más que eliminar el efecto de los altibajos causados por la diferencias entre meses.
Yo utilicé una técnica muy simple. Calculé para cada mes la media de paro de los 12 meses anteriores. Así cojo un año completo y evito estacionalidades. Y la evolución del paro con esta técnica simple es la siguiente.
Y ahora que cada uno saque sus conclusiones sobre si el paro está subiendo o bajando. O si queréis las comentamos. Por cierto que el análisis incluye, como no podía ser menos, el incremento del paro de agosto.