Jun 6, 2014 | 2014, Número 7, Todos Los Números
Cuando se hizo público el contenido de la última reforma del sistema de pensiones, muchos pensamos que el incremento mínimo del 0,25% que había en la misma, sería el que efectivamente veríamos de aquí en adelante.
Y lo cierto es que por lo pronto eso será lo que pasará durante los próximos años. Lo que conllevará a una pérdida de poder adquisitivo de un 3% en esos tres años. Un 3% en tres años! Y eso en un momento en que la inflación está por los suelos como hemos visto en el primer punto de este boletín. ¿Qué pasará si seguimos con el 0,25% de revalorización, como creemos muchos, con una inflación más alta?
La matemática es muy sencilla. Imaginemos que perdemos un 2% anual y nos faltan apenas 20 años para jubilarnos. Nuestra pensión será entonces poco más de un 55% de la pensión actual. Recordemos que la pensión mínima apenas si sobrepasa los 600€. Y se quedaría en poco más de 330€.
Y eso si el diferencial entre la revalorización y el IPC es de algo menos de un dos puntos. ¿Y si es algo más? Recordemos, como hemos visto con anterioridad, que lo complicado es luchar contra la inflación. Veremos aumentos de precio superiores a los actuales no tardando mucho. Eso es seguro.
Y si no, miremos la evolución histórica de la inflación. La media española es algo superior al 3%.
Así que para evitar perder poder adquisitivo, no nos queda otra que subir las pensiones por encima de ese 0,25%. Y ya está. Fácil, ¿no?
Aunque, si echamos una ojeada la la evolución de la pirámide poblacional para los próximos años, vemos como la población en edad de trabajar es cada vez menos y tiene que alimentar cada vez a más y más pensionistas.
O de otra manera. En 40 años, podría haber solo 0,9 trabajadores por cada pensionista. Lo que hace muy difícil sostener el modelo actual.
Y tampoco podemos ir al endeudamiento.
Primero porque ya estamos altamente endeudados.
La deuda pública supondrá en el 2015 un 101,7% del PIB. Lo que quiere decir que tendríamos que trabajar todos durante un año entero y entregar todo lo que ganáramos al estado, para poder pagar el dinero que nos han prestado.
Pero sobre todo, porque lo malo de las deudas es que tarde o temprano hay que pagarlas. Así que solo sería retrasar –y agravar– el problema. Al final no nos estamos endeudando para financiar inversiones, sino para pagar gastos corrientes. Haciendo un símil familiar es como si tuviéramos que pedir una hipoteca, no para comprar una casa que nos durará años, sino para ir al súper. Y eso estaremos de acuerdo que es insostenible.
Así que seamos sensatos y preparémonos con tiempo para lo peor. Es bueno ser optimista. Yo soy el primero que suelo traer buenas noticias a la menos oportunidad.
Pero también es cierto que hay temas en los que todo se pone en contra y para los que hay que estar preparados por lo que pueda pasar. Este es uno de esos temas. Busquemos herramientas que nos permitan complementar la pensión pública. Lo vamos a necesitar.
Jun 6, 2014 | 2014, Número 7, Todos Los Números
Este mismo punto tercero, del boletín del mes pasado comenzaba diciendo:
“El descalabro sufrido por la rentabilidad de los depósitos a lo largo de los últimos meses –habiendo caído a tasas por debajo del 1% en la mayoría de los casos – ha hecho que hayan cobrado fuerza otros productos alternativos a los depósitos.”
Pues este mes nos ‘despertamos’ con que no solo están alrededor del 1%, sino que se prevén nuevas caídas.
Así que ahora más que nunca, tendremos que buscar alternativas a los depósitos para nuestros ahorros.
Y ya hemos hablado de las alternativas que están ofreciendo las entidades en los últimos tiempos. Los fondos con objetivo de rentabilidad. Y también hemos hablado del toque de atención que ha dado la CNMV sobre dichos fondos. No por los fondos en si, sino por la manera de comercializarlos, como si fueran similares a los antiguos garantizados. Y no lo son.
¿Y no hay productos en los que podamos invertir con la esperanza de una mejor rentabilidad? Si, podemos invertir en fondos. Los fondos no son un mal producto per se.
Lo que lo que no es correcto es la manera en que se están ofertando. El cliente tiene que saber que hay detrás de cada fondo y que política de inversión tiene.
Lo cierto es que los fondos son un producto bárbaro, en cuanto a seguridad se trata, por la diversificación que permiten.
Pero que permitan diversificación, no quiere decir que todos los fondos estén correctamente diversificados.
Es más, para que lo esté, es clave cuidar la diversificación geográfica de manera exquisita. Y para ello tengo que tirar de gestoras internacionales. No quiero decir que lo importante sea que las gestoras sean de fuera. Lo importante es que se trate de gestoras que tengan presencia en múltiples países para que puedan seleccionar los activos con conocimiento profundo del terreno.
Pues bien la siguiente noticia aparecida en el diario expansión del 10 de mayo lo dice cláramamente: ‘La banca española pone barreras a la venta de fondos internacionales’
Y es cierto. La mayoría de bancos del país comercializa únicamente productos de sus propias gestoras en los que a buen seguro nos perderemos gran parte del potencial que una buena diversificación nos puede ofrecer.
Quizás sea hora de oír hablar de gente como Invesco, Carmignac, Black Rock, Pimco, Morgan Stanley, JP Morgan … y un larguísimo etcétera.
Jun 6, 2014 | 2014, Número 7, Todos Los Números
Cayó en mis manos casi por casualidad este artículo de Lorenzo B. de Quirós publicado en El Mundo del 11 de mayo.
En el artículo se intenta arrojar algo de luz sobre la situación del mercado de trabajo por dos razones.
La primera es que la evolución observada de la tasa de paro no se corresponde con la que debería esperar de acuerdo al crecimiento del PIB.
La segunda es que –en parte consecuencia de la anterior– los analistas no parecen ponerse de acuerdo sobre si el paro está bajando o subiendo y si esa tendencia se mantendrá.
Antes de seguir adelante, es importante tener en cuenta que desde la restauración de la democracia, la tasa de paro ha sido en España, no sólo superior a la de los países de su entorno, sino también a la de aquellos con una tasa de actividad económica inferior.
Es decir, en igualdad de condiciones de actividad de la economía, en España había más paro que en otros países.
Lo que tiene a los economistas enfrentados –desgraciadamente muchas veces más por motivos ideológicos que técnicos– es la constatación de un crecimiento del empleo sin un crecimiento claro y sostenido del PIB.
Cómo la economía no está creciendo, los economistas no se creen que el paro pueda estar bajando y entonces buscan otras razones. Descenso de la población activa, retorno de inmigrantes a sus países de origen, etc.
Lo que el autor del artículo defiende es que en realidad España ha empezado a crear empleo a tasas de actividad a las que antes no hacía más que destruirlo.
Es decir, no hay que buscar fantasmas. Tan solo ocurre que las razones de carácter estructural que limitaban la creación de empleo se han erradicado, o como mínimo mitigado.
En su opinión, ese cambio estructural se debe a la reforma laboral de 2012 que habría conseguido reducir el umbral de actividad necesario para crear empleo con todo lo que ello tiene de esperanzador.
Esperanzador porque supondría por un lado que la recuperación del empleo se produciría antes de lo que indican los modelos con los que se ha estado trabajando hasta ahora.
Esperanzador porque implicaría que la tasa de paro una vez recuperados será incluso menor que la que había antes de la crisis.
Y esperanzador porque evitaría que en caso de caer de nuevo en una crisis como la actual, cosa que pasará con seguridad tarde o temprano, la tasa de desempleo vuelva a niveles como los que hemos visto en los últimos años.
Lamentablemente aún no podemos afirmar que sea así. No podemos olvidar que también hay datos que generan controversia como la vuelta real de inmigrantes a sus países de origen.
Dentro de un tiempo veremos si la tendencia se confirma y tiene razón o no. Aunque si no la tiene, quizás sería razonable exigir una reforma que nos igualara a otros países de nuestro entorno y consiguiera, ésta sí, los efectos que hemos visto.
Jun 6, 2014 | 2014, Número 7, Todos Los Números
Ya habíamos hablado en números anteriores de Noticias y Mercados acerca de la necesidad de evitar a toda costa la deflación en la zona Euro.
Como bien nos recordaban hace un par de meses los profesores Palau y Comajuncosa, la deflación es grave por el efecto freno que acaba teniendo sobre la economía.
Pero si en condiciones normales es grave, en una situación como la actual de elevado endeudamiento pasa a ser dramática.
En el apartado cuarto de este mismo boletín podéis encontrar un gráfico con la evolución prevista del endeudamiento público –rozando en estos momentos el equivalente al producto de un año entero– como muestra de lo anterior.
Así que ante esta situación no es de extrañar que múltiples voces se alcen pidiendo estímulos adicionales para elevar el nivel de precios.
Lo que cuesta de entender a la mayoría de la gente es porque no actúa con mayor prontitud. La razón hay que buscarla en el mandato del Banco Central, consistentes en mantener la estabilidad de precios. Definida esta como una inflación por debajo del 2% pero no muy por debajo.
El problema es que una vez que la economía se ‘anima’ a producir inflación no es tan fácil luchar contra ella.
En realidad es contra la inflación contra quien tiene que vérselas normalmente el Banco Central. Y no es nada fácil limitarla.
Así que no es de extrañar que cuando se trata de potenciarla vaya cuando menos con prudencia. Y máxime cuando la inflación no es homogénea a lo largo de la Unión Europea, por lo que hay países que necesitan más los estímulos y otros a los que puede llegar a perjudicarles.
De todas formas hemos llegado a un punto en que las voces que se alzan solicitando una actuación por parte del Banco Central Europeo son ya lo bastante numerosas como para que se ponga a actuar.
Y esa reacción llegó al día siguiente, cuando Mario Draghi confirmaba que se comenzarían a tomar medidas a partir de la reunión del 5 de junio, una vez se conozcan las nuevas proyecciones económicas para la zona Euro.
El contenido de esas medidas y la manera en que nos afectará lo conoceremos a lo largo del próximo mes.