Ago 5, 2014 | 2014, Número 9, Todos Los Números
El reportaje forma parte de una serie de análisis en profundidad a diferentes países.
Os detallo lo que me ha parecido más importante, que no es todo pues el artículo es muy extenso, pero podéis leerlo íntegro aquí.
Comienza hablando, como era de esperar, de la crisis que nos azota. Pero al contrario de lo que pensáis, para el FT es mucho más importante la crisis política e institucional que la económica. O al menos de cara al futuro la económica la ve superada, pero la otra no.
Pensemos que una de las cosas que más asustan a los inversores son las crisis políticas y la inseguridad jurídica. Y de eso aquí, sabemos un rato.
El problema Catalán merece una mención especial dentro del artículo y entiende el Financial Times que Artur Mas seguirá adelante con sus planes vía referendum o anticipando las elecciones.
Sin embargo los mercados parecen haber descontado que se llegará a alguna solución a medio camino pues las noticias a este respecto no conllevan la reacción que sería de esperar.
La crisis bancaria por otro lado parece haber quedado atrás. Los bancos españoles están cotizando a más de 0,8 múltiplos frente a 0,1 que cotizaban en mitad de la crisis.
Por lo que respecta a la llegada de capital extranjero con ganas de invertir, el FT lo explica de una manera muy gráfica. Dice que muchos inversores estaban buscando oportunidades en España porque si Europa era barata en comparación con Estados Unidos, España era más barata aún.
Pero los fondos que están entrando ahora ya no son solo fondos buitre que toman riesgos elevados, sino todo tipo de fondos de inversión.
El mercado inmobiliario parece haber tocado fondo también, aunque aparecen dos mercados residenciales diferenciados. Un mercado rico para extranjeros que pueden pagar en efectivo y un mercado lleno de dificultades para los nacionales a los que les cuesta mucho trabajo encontrar una hipoteca.
Finalmente, el FT llega en materia económica a las mismas conclusiones que vamos viendo en la mayoría de artículos que venimos analizando en los últimos meses. Que la economía parece estar recuperándose, pero sigue lastrada por la deuda y el alto índice de paro.
Para luchar contra este último, propone reducir la protección de los contratos de trabajo opinan que ésta desincentiva las contrataciones.
Además de flexibilizar los contratos, se han de eliminar barreras administrativas a la hora de crear nuevas empresas. No en vano el FMI ha encontrado más de dos mil setecientas barreras a la creación de empresas. La mayoría de ellas a nivel autonómico.
Por lo que respecta a la deuda, añade la dificultad adicional de hacer frente a la deuda en momentos de poca inflación como los actuales. Como habíamos visto aquí hace cuatro meses.
Ago 5, 2014 | 2014, Número 9, Todos Los Números
Entrevista aparecida en ‘El Economista’ en a que se habla del futuro de las pensiones. Un tema que ya hemos venido tratando con cierta frecuencia en este boletín y sobre el que seguiremos tratando en el futuro.
El entrevistado, José Ignacio Conde-Ruiz es miembro del comité para la reforma de las pensiones y nos da alguna opinión interesante.
En primer lugar nos dice que “seguiremos cobrando pensiones, aunque serán menos generosas y trabajaremos más”.
Serán menos generosas porque en su opinión –y no puedo estar más de acuerdo– las pensiones no subirán prácticamente nunca por encima del 0,25% establecido por ley. Lo que hace que cuando la inflación se sitúe alrededor del objetivo del BCE tendremos una pérdida de valor adquisitivo de un 1,75% anual.
No parece mucho, pero si te quedan diez años para jubilarte eso es perder un 16% sobre la pensión actual. Un 29% si te quedan 20 años y un 41% si te quedan 30 años.
En otras palabras. A 30 años vista, una pensión de 2.000€ se quedaría en el equivalente a 1.190€ de hoy. No es de extrañar que en otro punto de la entrevista diga que en el futuro “resultará posible trabajar y cobrar la pensión al mismo tiempo”. No parece que quede otro remedio que seguir trabajando hasta bien entrada la vejez para complementar la pensión.
El problema es que en estos momentos hay cuatro personas trabajando por cada jubilado, pero según las previsiones del INE, en unas décadas, serán solo 1,25 trabajadores por cada jubilado. Y ese será el dinero que habrá para repartir. Luego el reparto se podrá hacer de una manera o de otra, pero lo que está claro es que del sueldo de 1,25 personas tiene que salir la pensión de un jubilado.
Lo que nos lleva a enlazar con la otra noticia que comentábamos en la portada.
Porque podríamos sugerir que el estado se endeudara y así poder pagar una pensiones dignas ‘como sea’. Seguro que a algún político se le ocurre.
Pero el problema de las deudas es que tarde o temprano se han de pagar y lo único que haríamos sería ampliar el problema y dejarlo para nuestros hijos.
Pensad que en estos momentos, la deuda del estado –que somos todos nosotros– es de 21.400 € de media casi un año de salario bruto al año. Y eso lo vamos a tener que pagar durante los próximos años.
Ya lo hemos comentado en pasados números de Noticias y Mercados. La deuda debería servir, en todo caso, para financiar inversiones a largo plazo, pero no para el pago de gastos corrientes. Eso sería como pedir una hipoteca cada vez que tenemos que ir a comprar al súper. ¿Qué le dirías a alguien que actuara de esa manera?
Pues financiar las pensiones mediante deuda –a largo plazo se entiende– es igual de aberrante.
Ago 5, 2014 | 2014, Número 9, Todos Los Números
La noticia, aparecida en Cinco Días comienza diciendo:
“Sentencia a sentencia, los tribunales nacionales y europeo están poniendo en cuestión uno de los pilares básicos del mercado hipotecario español: la calidad de una garantía inmobiliaria basada tanto en el propio valor de la vivienda como en el patrimonio del comprador”
Recordemos que cuando hipotecamos una vivienda, en realidad lo que tenemos es una deuda personal con el banco, con una garantía adicional que es la propia vivienda. Esto quiere decir que si no podemos pagar la hipoteca y entregamos la vivienda, pero la subasta de ésta no cubre el capital pendiente del préstamo, seguiremos debiendo al banco el resto.
Y a tenor del primer párrafo parece que el artículo nos vaya a hablar de la dación en pago, que no es otra cosa que la cancelación de la deuda con la simple entrega del inmueble hipotecado.
Pero no, en realidad lo que el artículo habla es de un veredicto que permite a los consumidores agotar todas las vías de recurso antes de que lleve a cabo el desahucio.
Y esto es así porque a la entidad si la sentencia era desfavorable a la entidad, ésta podía recurrir, pero en caso de que fuera desfavorable al consumidor, su recurso no paraba el proceso de desahucio, lo que le dejaba en inferioridad de condiciones. Tras esta sentencia, se pueden agotar las vías de recurso antes de que se ejecute el desahucio.
De todas formas, el verdadero cambio –y vemos noticias y opiniones sobre ello cada día en los distintos medios de comunicación– vendría de permitir la dación como pago del total de la deuda hipotecaria.
Y la pregunta es si esto de la dación en pago es cosa buena o por el contrario no lo es.
Si atendemos a la mayoría de medios de comunicación, la dación en pago es la panacea que va a salvar a miles de hogares y debería ser práctica obligada en aras de la protección de los ciudadanos.
Pero ojo! que no es oro todo lo que reluce porque si bien es cierto que habría ayudado, y mucho, a aquellos hogares con problemas para pagar su hipoteca, también es cierto que habría sido perjudicial tanto para esos mismos hogares como para el resto de hogares hipotecados. ¿De que manera?
Pues porque si el banco toma prestado dinero a Euribor y concede una hipoteca a Euribor + 2%, ese % cubrirá por un lado los costes y por otro los riesgos que haya pues parte de él va para los impagados, etc.
Si el banco en lugar de tener tanto la garantía del bien hipotecado como la personal tuviera solo la real, tendría que ampliar ese diferencial y –por poner un ejemplo– una hipoteca de 200.000€ a 30 años podría pasar de un tipo de interés del 2,5% al uno del 4,5%, lo que nos llevaría de una cuota mensual de 790€ a una de 1.013€.
¿Quiere eso decir que la dación en pago es mala? Pues tampoco. Quiere decir que tiene ventajas, pero también inconvenientes y salir a la calle a exigir el cambio normativo sin meditar las consecuencias, puede dejar a más de uno sin poder comprarse el piso de sus sueños.
Ago 5, 2014 | 2014, Número 9, Todos Los Números
Debatíamos hace un par de números de Noticias y Mercados sobre el efecto que la reforma laboral podría estar teniendo en la salida de la crisis y la lucha contra el desempleo. Hablábamos en ese momento de la necesidad de adecuar nuestra legislación laboral con el objetivo de facilitar la creación de empleo.
Desde entonces nos hemos encontrado con la publicación de la Encuesta de Población Activa del segundo trimestre que nos ha traído una bonita sorpresa en forma de recuperación del empleo más allá de lo que esperaban las estimaciones más optimistas.
El autor del artículo habla de la confluencia de tres factores para obtener este resultado. El abaratamiento del coste laboral, el fin de la crisis financiera y la recuperación de la demanda interna y externa.
En realidad desde mi punto de vista la demanda externa hace ya tiempo que está presente con fuerza y lo que si que está teniendo mucho tirón es el consumo interno, como podemos ver en otros artículos donde se nos habla del comercio minorista.
Además se ve un fuerte tirón de las expectativas. El índice de los gestores de compras, que es un es un indicador adelantado de a economía, así lo atestiguan.
Así que parece que la famosa recuperación ha llegado y esta vez, al contrario de lo que ocurrió en noviembre de 2011, para quedarse.
Es cierto que la crisis financiera, con el diferencial bajo mínimos, parece estar superada. Es cierto que las exportaciones se recuperaron hace tiempo y que la demanda interna parece dar visos de estarse recuperando también.
Ahora solo falta que la reforma laboral llevada a cabo en su momento sirva de acelerador y no de freno para que todos estos elementos se acaben de alinear y volvamos a niveles de empleo del año 2007.
Al final, la mejor protección para el trabajador es una tasa de paro cercana al pleno empleo, pues ahí es él donde puede empezar a imponer sus normas.